«Llegar a la cima se celebra entre lágrimas»

Por Laura Fonquernie en el  Diario Montañes.

Eduardo Pérez (Torrelavega, 1975) empezó con el proyecto ‘arrastrasillas’ bajo el lema: «Que nada te detenga». El fin es conseguir sillas y «cederlas de forma gratuita» para que las familias y personas con alguna discapacidad puedan «cumplir su sueño de hacer rutas por la montaña y disfrutar de la naturaleza». Señala que la experiencia «engancha» porque tras «la primera vez como voluntario, todo el mundo repite».

–¿Cómo nació el proyecto?

Eduardo Pérez y su hermano Luis Fernando Pérez, junto a una silla del proyecto, en la Ermita de Santa Ana (Tanos).

–Nació de la idea de participar en la ruta adaptada de los 10.000 del Soplao. Llevaban a personas del colegio Fernando Arce y de otras instituciones con discapacidad a hacer una ruta paralela para que sintieran una carrera desde dentro. Allí conocimos unas familias que hicieron una marcha con sus hijos. Fueron con sillas de ruedas normales y les costó mucho acabarla porque había barro. Quisimos echarles una mano. Y desde Night City Trail y con Luis Fernando Pérez, mi hermano, decidimos juntar dinero y comprar unas eslingas (cintas para tirar) e irnos a una ruta con ellos y otros dos tiradores más. El nombre surgió porque tirábamos de las sillas de ruedas y muchas veces ni giraban. A partir de ahí, nos pusimos en contacto con el colegio que tenía una silla donada por la Obra Social ‘la Caixa’. Y empezamos a buscar fondos para localizar más y llevar a más gente.

–¿Cuál es el objetivo?

–El lema es: ‘Que nada te detenga’. Y el fin es conseguir sillas (valen 4.000 euros), mantenerlas, custodiarlas y cederlas de forma libre y gratuita a las familias. Hay personas que llaman porque quieren hacer una actividad que necesita más ayuda. Buscamos voluntarios y organizamos una salida. Hay gente que no había visto la costa nunca o que se ha cogido vacaciones para venir aquí a hacer rutas. Vamos por el borde del acantilado, pasamos al agua entre las rocas y ellos cum«El fin es comprar sillas y cederlas gratis. Y, si la actividad lo requiere, buscar los voluntarios» La Obra Social “la Caixa” apoya la labor de las entidades sociales de Cantabria y de sus voluntarios. plen su sueño.

–Una ruta como la del monte Dobra, ¿cómo se organiza?

–Gracias a la comisión de fiestas Tanos 08 y al grupo de senderismo de Tanos. Propusieron hacer una ruta y una paella para recaudar fondos para comprar una silla y así fue. Se pone en el grupo lo que se va a hacer. En este caso, una mañana ya estaban las seis sillas llenas.

–¿Cuántas personas acompañan cada silla?

–Mínimo cuatro. Si vamos solo dos y una falla, la silla se cae. Va una persona detrás, otra delante y una a cada lado para aguantar el equilibrio. Si la ruta es muy dura hemos llevado hasta siete tiradores para hacer relevos.

–¿A qué lugares han llegado?

–Desde un paseo por la Viesca en Torrelavega hasta Cabaña Verónica a 2.500 metros en Picos de Europa. También hay un proyecto de subir a la base del Naranjo de Bulnes. Este fin de semana subiremos a cuatro personas al Pico Coriscao (2.234m) que está en San Glorio.

–No hay límites

–No. El único es que las actividades especiales o técnicas hay que prepararlas con tiempo y buscar voluntarios preparados. También cedemos la silla. Hay gente que se va de vacaciones con ella. Explicamos cómo funciona y damos unos consejos de uso. El único requisito es devolverla limpia y seca, avisar si tiene algún defecto y compartir la actividad en las redes sociales para que más gente se anime a usarlas.

–Las sillas necesitan mantenimiento, ¿quién se encarga?

–Lo hace de forma altruista un taller de bicicletas de Torrelavega, Besaya Bikes. Es muy importante porque hay sillas en asociaciones que están desatendidas. Las nuestras están perfectamente cuidadas y engrasadas. Sabemos que el material lleva mucho trote y hay que cuidarlo bien.

–¿Cuál es el perfil adecuado para ser ‘arrastrasillas’?

–Una persona que sea capaz de hacer rutas de montaña sencillas. No tiene que ser escalador ni montañero de alto nivel. Lo que se necesita es un corazón muy grande y zapatillas de deporte. La primera vez que vienen, se enganchan. No conocemos a nadie que no haya repetido. Hemos formado una gran familia de tiradores y jinetes (los que van en la silla). Hay gente que nos dice que ha vuelto a vivir.

–Por eso aconsejan llevar un paquete de pañuelos encima.

–Sí, porque es muy emocionante ver las caras de los padres, jinetes y tiradores. Ver los abrazos de todo el mundo, la satisfacción. Durante el camino se lleva mucha tensión encima, vas con la adrenalina por las nubes y cuando llegas a la cima lo celebras entre lágrimas. Es gratificante ver sus caras cuando se echan a llorar porque han conseguido llegar al monte Dobra, por ejemplo. Subir a algunos picos puede parecer una tontería, pero para una persona o un padre con un hijo con una discapacidad no lo es. Con este proyecto pueden hacer las rutas que les apetezca y no conformarse con pasear por el parque.

–¿Se podría decir que cumplen los sueños de padres y niños?

–Yo hacía carreras de 100 kilómetros corriendo por el monte y escalada. Una lesión y un episodio depresivo me apartaron de la competición. Ahora me dedico a ser arrastrasillas. Intentamos que la gente a la que le gusta la naturaleza pueda disfrutarla sin que su cuerpo se lo impida. Es empatía, me pongo en el lugar del otro. Mi hijo con 8 años ya ha estado en varias cimas. Ha subido por sus propios medios. ¿Por qué otro padre no puede hacerlo? ¿Por una discapacidad de su hijo? El proyecto es inclusivo. No solo va de que mi hijo disfrute sino de que yo lo haga con él.

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