Para que la vacunación, esperemos que próxima, alcance adecuadamente a las personas con discapacidad, además de ser gratuita, exige que todos los dispositivos relacionados con esta deben ser accesibles, desde la información y los mensajes de salud, a la manifestación y formación de la voluntad, pasando por los espacios y entornos en los que se practique.
Además, las personas con discapacidad que objetivamente lo requieran por sus condiciones previas de salud o debido a su contexto social o de convivencia (residentes en instituciones colectivas, etc.), que las expongan más intensamente a los efectos de la enfermedad, así como a su personal de apoyo, han de ser considerados entre los grupos preferenciales para la administración de la eventual vacuna.
Otro aspecto esencial que ha de tenerse en cuenta, según el CERMI, es que determinadas personas con discapacidad, por esta circunstancia, ven acelerado su proceso de envejecimiento, por lo que este hecho deberá ser considerado a la hora de prescribir los grupos de edad aconsejables a los que son asignadas para recibir con prioridad la vacuna.
El movimiento social de la discapacidad espera que la estrategia pública de vacunación se decida y despliegue en estrechas consultas y con diálogo permanente de las autoridades sanitarias con las organizaciones representativas de la discapacidad.
Fuente: CERMI
